Tulumba: Terminó la odisea de vivir sin agua

La Voz del Interior (Córdoba) realizó un informe sobre la situación que vive Tulumba, una comunidad que carece de agua potable.

El tomate es muy sediento, casi imposible... ¡quién me iba a decir que lo iba a tener en mi quinta!” Viviana Ocampo, campesina del paraje Las Higueras en el departamento Tulumba, expresa su alegría ante Nicolás Avellaneda y Daniela Savid, técnicos 
de Fundación Plurales que verifican la correcta instalación de su flamante cisterna. Luego del infaltable “Usted no sabe lo que significa estar sin agua”, insiste en mostrar orgullosamente los brotecitos en su huerta incipiente.

Nadie se imagina el sufrimiento de ver día a día cómo se mueren las verduras, las flores, los árboles, y después los animales, que caen en la tierra cuarteada para no levantarse más.

“Aquí el agua no se gasta en zonceras. De un tacho sacamos provecho: primero nos aseamos, con esa agua también lavamos la ropa, después ­pasamos los pisos y termina en los baños o en los animalitos. Es que tuvimos siete años de sequía espantosa, acarreando baldes desde el río. El pozo 
se secó de raíz y sólo nos quedó comprar agua a un camión; 800 pesos salía. ¡Una fortuna! Cuando ofrecieron construirnos una cisterna acepté enseguida y ahí nomás unos muchachos fueron los capacitadores y nos pusimos todas las mujeres a trabajar a la par de los hombres... Ahora la tengo llena. ¡El agua es una alegría única aquí!”

Más agua

“La campaña se denomina ‘Unidos por el Agua’ y es parte del programa ‘Sed Cero’”, explica Antonella Vagliente, de Fundación Plurales, responsable de la gestión de las construcciones. “El proyecto consiste en realizar 100 cisternas de 16 mil litros en 11 parajes rurales del norte de Tulumba, zona que sufrió hasta 2013 una sequía de siete años, que terminó recién a comienzos del año pasado. Llevamos instaladas 47 
en viviendas rurales y otra más en una escuela. Para mayo, cuando finalicen las obras, serán 97 en casas de familia y tres en escuelas”, agrega.

La totalidad de los fondos son donados por Fundación Danone, pero participan otras instituciones y voluntarios, como la Universidad Católica de Córdoba. Una cátedra de la Facultad de Arquitectura realiza el relevamiento de techos de las viviendas, la Universidad Tecnológica Nacional, regional Córdoba, contribuyó con un manual de limpieza de cisternas y cuidado del agua; el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) capacitó a los albañiles y supervisa técnicamente las cisternas. El Ipem 125 de Tulumba construye las canaletas e instala las bombas. “Las cisternas se construyen en tres días, si el clima es favorable. Primero se realizan las placas con cemento y el piso; el segundo día se monta la estructura y se hace el revoque grueso, y el tercer día se coloca el techo y se hace el revoque fino. Luego se instala la bomba manual y las canaletas que conectan la cisterna con el techo”, cuenta Vagliente. Se llenan con agua de lluvia.

El proyecto aporta todos los materiales de construcción, herramientas y un albañil especializado, mientras que la familia debe cavar el pozo, participar en la construcción y conseguir otros cuatro ayudantes. “De este modo, el conocimiento técnico queda en la familia y vecinos, que adquieren así la capacidad tanto de construir otras cisternas como de repararlas en caso necesario, además de fortalecer los lazos comunitarios.” concluye.

Sed Cero es un programa de diseño colectivo y participación compartida entre diversos actores sociales (estados, fundaciones, ONG, empresas, instituciones, voluntariado) para garantizar el acceso al agua segura en comunidades rurales del Gran Chaco Americano en Argentina, Bolivia y Paraguay, para incidir en políticas públicas que mejoren la capacidad actual para la resolución de problemas socioambientales. En esta gran región el 47 por ciento de la población tiene necesidades básicas insatisfechas.

El programa parte de datos del último Censo Nacional de Poblaciones, Hogares y Viviendas (2010) que muestra que hay 5,3 millones de argentinos que no tienen acceso al agua potable en sus viviendas; un millón no la encuentra en el perímetro de su terreno y, de estos, el 13 por ciento depende del transporte de agua en camión.

Las mujeres, primeras

“La mujer es la más perjudicada por la falta de agua –asegura con conocimiento de causa Miriam Vilcay dirigente social del Colectivo de Mujeres del Gran Chaco con trabajo territorial sostenido en el norte cordobés–. De ella depende la administración de este recurso para satisfacer las necesidades de su familia, casa, animales, sembradíos... es la que primero acudió en busca de ayuda y la que entendió que había que unirse con los vecinos para solucionar el gravísimo problema de la sequía. Conocí el poder de las redes para la construcción masiva de un millón cisternas en Brasil y me pareció que nosotros también podíamos lograrlo”, señala Vilcay.

En Brasil con el lema del programa “Un millón de cisternas”, se efectuó la Articulación de la Región Semiárida Brasileña (ASA) de gran impacto internacional, instrumentada para aprovechar la fuerza de esta red nacional de mil organizaciones de la sociedad civil que garantizan agua potable en el nordeste brasilero.

En el Paraje La Cañada, María Rosa Farías junto a su pequeño hijo Lisandro muestran la cisterna recién fraguada en el patio de su chacra; antes de que el cemento se vuelva piedra grabaron los nombres de los tres niños de la casa: “José, Ludmila, Lisandro”.

“Para nosotros esta cisterna es salvadora. Fuimos sufriendo cada año de sequía de una manera terrible. Parece mentira, pero habíamos dejado de consumir vegetales porque la verdulería más cerca está a 35 kilómetros en San José de la Dormida”, asegura.

En la Escuela General Gregorio 
Las Heras, de Socavones, volvieron a tener geranios en las macetitas de lata que rodean el mástil: “Las flores son la alegría de la escuela pero el orgullo mayor es nuestra huerta”, dice al ­re­cibirnos el maestro multigrado 
Hugo López.

“Nuestra cisterna fue la primera que se hizo en toda la zona y resultó un cambio inmediato en nuestra calidad de vida porque pudimos enriquecer la dieta de los alumnos. Lo otro fue algo emocional, ya que fue muy traumático para todas estas familias perder todo por culpa de la sequía.

“La posibilidad de retomar el proyecto de aromáticas y medicinales junto al trabajo de huerta no sólo es importante para su salud, sino que también es fundamental para que el niño experimente la cultura del trabajo y el esfuerzo propio, al igual que aprenden ciencias naturales en el propio terreno”, dice el maestro.

“Cuando decimos agua aquí–sentencia Miriam Vilcay al despedirnos– queremos significar una cantidad de cosas enormes vinculadas a todos los aspectos de la vida, porque la felicidad de un niño mostrando su guardapolvo blanco también es agua.

*Texto y fotos

Continúa el ciclo “Pensar el agua”
El próximo miércoles 25 se realizará la de tercera charla debate de “Pensar el agua”, el ciclo de La Voz del Interior para reflexionar sobre la inquietud que dejaron las trágicas inundaciones recientes.

Los disertantes serán los ingenieros Rubén Actis Danna y Santiago Reyna.

Actis Danna es docente e investigador de la UNC, director del Laboratorio de Sistemas de Información Geográfica y Geoprocesamiento, y de la Diplomatura en Tecnologías y Métodos para la Gestión del Territorio ambas de la FCEFyN-UNC.

Santiago Reyna es profesor titular de Obras Hidráulicas y de Ingeniería Ambiental, además de director de la Maestría en Recursos Hídricos en la Universidad Nacional de Córdoba. También preside la Fundación para la Defensa del Agua (Fundea).